La hiperhidrosis es una producción excesiva de sudor cuyo origen se encuentra en el funcionamiento inadecuado del sistema nervioso autónomo. Esta patología trae asociadas multitud de complicaciones más o menos sencillas de remediar y que a grandes rasgos podrían diferenciarse entre problemas estrictamente físicos y problemas emocionales.
Consecuencias emocionales de la hiperhidrosis
Las personas con hiperhidrosis se enfrentan a diario con situaciones que se escapan a su control. La sudoración puede comenzar de forma inesperada y en muchos casos se relaciona con situaciones de estrés, miedo, vergüenza y otro tipo de emociones incontrolables.
Esto supone una enorme tensión para la persona que lo padece, ya que al estrés de la situación en sí, se le añade esta otra preocupación, que no hará sino incrementar los signos. En ocasiones, los pacientes debido a esto se ven obligados a cambiar o modificar sus costumbres.
Cuestiones tan básicas como hacer deporte, conducir o elegir la ropa, suponen una suma de impedimentos que pueden terminar minando la autoestima del paciente, y suponiendo para él una barrera a la hora de establecer relaciones con las personas de su entorno, o incluso modificar su personalidad.
Patologías físicas asociadas a la hiperhidrosis
En la superficie de la piel hay bacterias y parte de los componentes segregados con el sudor sirven a estas bacterias como sustrato para el funcionamiento de su metabolismo. Para obtenerlos llevan a cabo una descomposición que da lugar a la formación de sustancias como ácidos grasos o amoniaco, que generan olor.
Cuando este olor es demasiado intenso se considera que existe un trastorno denominado bromhidrosis. El sudor implicado en este trastorno es el segregado por las glándulas apocrinas y en el caso de pacientes con hiperhidrosis el problema se ve favorecido por la cantidad extra de sudor generada.
Otro problema común es la infección por hongos o micosis. Los hongos patógenos son organismos que tienden a colonizar zonas del cuerpo con unas características determinadas, principalmente, humedad y temperatura.
Si la piel se encuentra constantemente húmeda estará más blanda y se irritará fácilmente. El roce de la ropa creará rozaduras con facilidad, y en algunos casos podrán llegar a producirse ampollas o maceraciones en la piel, sobre todo en la región de las plantas de los pies.