La rosácea se caracteriza principalmente por un enrojecimiento facial. Pero, además de eso, es habitual encontrar otras alteraciones de la piel que se acompañarán de más o menos síntomas.
Tipos de rosácea
La rosácea se puede dividir en cuatro grupos o tipos según sus características o síntomas principales. Estos son los siguientes:
Eritematosa-telangiectásica
Aparece como enrojecimiento del centro de la cara, nariz y mejillas, en ocasiones de manera brusca. La piel suele estar muy inflamada y especialmente sensible al tacto, de hecho puede doler y es frecuente que la persona que lo sufra sienta una sensación de ardor de la zona.
Además en los brotes, y entre ellos, se pueden ver pequeños vasos sanguíneos dilatados en forma de arañas vasculares o telangiectasias.
Pápulo-pustulosa
El enrojecimiento de la zona central de la cara también aparece en este tipo de rosácea, pero en este caso es menos intenso y aparecen alteraciones parecidas al acné. Las pequeñas pústulas o granos aparecen en brotes, sobre todo en las mejillas. La piel también está muy sensible, pero el dolor y la sensación de ardor son menos intensos.
Además, entre los brotes, la piel tiene un aspecto graso, se pueden ver telangiectasias en su superficie y también algunas pápulas, como granitos no inflamados y sin pus.
Fimatosa
El ‘fima’ hace referencia al engrosamiento de la piel por degeneración de la dermis y epidermis al soportar una inflamación persistente en el tiempo. La piel tiene un aspecto tosco, se aprecian los poros muy dilatados, se pueden ver arañas vasculares rotas y suele tener un brillo superficial graso. Al tacto, la piel está rugosa y se palpan bultos internos, por la fibrosis irregular.
La región donde aparece con más frecuencia es en la nariz, en ese caso se denominaría rinofima, pero también puede presentarse en las orejas (otofima), frente (metofima), barbilla (gnatofima) o párpados (blefarofima).
Ocular
La afectación de los ojos en la rosácea es algo muy característico y bastante habitual. Suele aparecer especialmente en los casos de rosácea en pacientes jóvenes. Los ojos están lacrimosos, irritados y enrojecidos. El borde los párpados suele verse afectado con más frecuencia, apareciendo telangiectasias en la superficie.
Además, la rosácea ocular se puede complicar con alteraciones de la parte anterior del ojo, como la queratitis, el hipopión, la conjuntivitis y la uveítis anterior.
Otro tipo de rosácea que hay que tener en cuenta sería la rosácea fulminante que acostumbra a aparecer en mujeres jóvenes de forma brusca y se caracteriza por la presencia de mucha inflamación con pústulas y nódulos internos. Brota de forma generalizada en la cara y provoca cicatrices permanentes.