La rosácea es una enfermedad de la piel que se caracteriza por la presencia de un enrojecimiento de las mejillas que puede ser intermitente o continuo. Suele estar acompañado de pequeñas pústulas, haciendo que a veces se confunda con acné.
¿Qué es la rosácea?
Es más frecuente en mujeres con la piel clara y aunque no se sabe sus causas se ha relacionado con ciertos factores predisponentes. La rosácea es bastante frecuente y no es una enfermedad que ponga en peligro la vida del paciente, pero produce una alteración estética de la cara que en algunos casos afecta a las relaciones sociales de las personas que la sufren. Puede ser asintomática, causar molestias leves que incomodan al paciente o incluso provocar dolor franco.
La primera descripción que se conoce es la de Guy de Chauliak, cirujano francés de la Edad Media que llamó a la rosácea ‘gota de rosa’ o ‘cuperosis’. A lo largo de la historia también se ha llamado ‘vasoneurosis’ y ‘granos de vino’hasta que en el siglo XIX, el Dr. Enrique Piffard, consiguió establecer las diferencias de la rosácea con el acné y así se definió definitivamente esta enfermedad.
Pronóstico de la Rosácea
Diagnosticar correctamente esta enfermedad es muy importante. Solo así se consigue aportar un tratamiento adecuado que limite la enfermedad en el tiempo, y evite confundir la rosácea con otras patologías cuyo tratamiento no sea eficaz, o incluso sea perjudicial para el paciente.
Aunque la rosácea tiene un buen pronóstico, puede limitar la calidad de vida del paciente considerablemente, y si no se trata es posible que la inflamación sostenida de la piel durante un largo tiempo produzca alteraciones y deformidades permanentes.
La rosácea es una enfermedad crónica de la piel que no tiene una cura definitiva, los casos limitados en el tiempo terminan sin saber por qué lo hacen.