La historia milenaria de la cirugía estética (II)

Como ya hemos comentado en la anterior entrada al blog, la belleza y es aspecto es algo que nos importa más de lo que queremos admitir y lo podemos ver a lo largo de la historia. Esto es así desde hace muchos años y por ello queremos seguir relatando la historia de cómo surge esta cuestión y cómo ha llegado a ser lo que supone hoy.

La historia milenaria de la cirugía estética

Las estrellas de Hollywood fueron las primeras en beneficiarse de los conocimientos obtenidos durante la Segunda Guerra Mundial. El rpimerísimo plano revelaba cualquier imperfección en la cara de actores y actrices, de ahí, que Greta Garbo se enderezara los dientes, Marlene Dietrich se operase la nariz y Rita Hayworth se alzara un par de centímetros la línea de nacimiento del cabello.

También abrió horizontes a quienes deseaban cambiar de sexo. En 1920 se transformó por primera vez y por completo, unos genitales masculinos en uno de aspecto femenino. Los cirujanos del frente aprendieron a coser heridas sin dejar cicatrices y además, contaron con nuevas drogas para combatir las infecciones, como la penicilina y la sulfamida.

Después de la Guerra cambió el perfil de los pacientes de cirugía. La mujer era su principal consumidora que deseaba aumentos de pecho y reducción de grasa corporal. En los cincuenta empezaron a realizar implantes de silicona mediante mediante inyecciones subcutáneas. tuvieron que pasar dos décadas para que se permitiera recuperar el contorno juvenil sin dejar huellas visibles en el cuerpo.

La cirugía estética ha dejado de ser solo para ricos y famosos para convertirse en un fenómeno masivo. Las técnicas cada vez más avanzadas, los mejores resultados, la ausencia de dolor y la reducción de cicatrices animan cada vez a más gente a pasar por el quirófano.

No obstante, no son pocas las voces que alertan de los peligros de convertir la cirugía estética en un bien de consumo más y de generar expectativas desmesuradas. La preocupación anormal por la apariencia física puede desencadenar lo que en psiquiatría se conoce como trastorno dismórfico corporal.

Los defensores de la cirugía sostienen que no hay nada malo en cambiar el aspecto exterior para armonizarlo con el interior si eso conlleva una mayor confianza y sensación de bienestar.

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