La cirugía para combatir la obesidad no es una solución universal. Los pacientes deben estar completamente informados sobre su condición, las complicaciones asociadas y cómo puede impactar en sus vidas.
La motivación es crucial: aquellos que buscan más que simplemente perder peso, aquellos que desean cambiar sus hábitos de vida, son candidatos ideales. Además, una evaluación exhaustiva del riesgo quirúrgico es esencial.
Indicaciones para la cirugía
La falta de éxito en tratamientos médicos y dietéticos recurrentes es un indicador claro para considerar la cirugía. Los pacientes deben someterse a evaluaciones especializadas en Endocrinología, Nutrición y Psiquiatría o Psicología antes de consultar con el cirujano. La colaboración interdisciplinaria juega un papel crucial en la toma de decisiones.
La asistencia de un endocrinólogo para el control dietético y el seguimiento, junto con el apoyo de un psicólogo para comprender las razones detrás del exceso de ingesta, es vital. La experiencia de un cirujano bariátrico también es esencial para el seguimiento postoperatorio.
Factores a considerar en la elección de la técnica quirúrgica
La edad del paciente, el riesgo quirúrgico y anestésico, así como las preferencias del paciente, son factores cruciales en la elección de la técnica quirúrgica. Algunos pacientes pueden priorizar la seguridad sobre la eficacia, optando por técnicas menos invasivas.
El temor al quirófano es real para algunos pacientes, y su decisión puede basarse en minimizar las complicaciones en lugar de buscar la máxima efectividad.
Técnicas quirúrgicas según el índice de masa corporal (IMC)
- El IMC entre 30 y 35: La cirugía puede considerarse en casos de alto riesgo debido a condiciones como el síndrome de apnea del sueño, enfermedades cardíacas, hipertensión o diabetes. El balón intragástrico o la gastrectomía tubular son opciones adecuadas.
- El IMC entre 35 y 40: La obesidad significativa o pre-mórbida, junto con patologías o síndrome metabólico, justifica la cirugía. La gastrectomía tubular o en manga son recomendadas.
- El IMC entre 40 y 50: Obesidad mórbida. Se pueden utilizar el bypass gástrico de asa larga y la gastrectomía tubular según las comorbilidades.
- El IMC entre 50 y 60: Super-obesidad. La derivación bilio-pancreática o el bypass distal son opciones para una pérdida de peso duradera.
- El IMC de 60 o más: Super-super obesidad. Se puede sugerir una cirugía en dos etapas, comenzando con una gastrectomía en manga seguida de una derivación bilio-pancreática o bypass distal.
La cirugía para tratar la obesidad es una herramienta valiosa, pero su éxito radica en la selección cuidadosa de pacientes y técnicas. La colaboración entre pacientes y un equipo multidisciplinario es esencial para alcanzar resultados positivos y duraderos. Ante cualquier duda, es fundamental consultar a un especialista en Cirugía general con experiencia.