Cuando hablamos de adicción lo primero en lo que pensamos es en drogas y alcohol. Sin embargo las adicciones pueden manifestarse de otras formas y con otras condiciones. La adicción a la cirugía plástica se engloba dentro de las adicciones conductuales o de proceso. Una persona que sufre una adicción así es adicta a un comportamiento específico a pesar de las apariencias negativas.
Adicción a la cirugía plástica
Los adictos a la cirugía plástica experimentan una obsesión mental que les empuja a modificar sus cuerpos y sus aspectos faciales hasta la deformación. Por norma general se debe a inseguridades subyacentes y de deseos por conseguir un aspecto determinado para adaptarse a un ideal de belleza autoimpuesto.
Estas personas utilizan la cirugía para superar problemas psicológicos mucho más profundos, a los que no se puede hacer frente con un bisturí. El problema es que muchos hombres y mujeres creen que solo se es bello si imitamos las características físicas de famosos y supermodelos.
La controversia está en que después de la cirugía siempre encuentran alguna razón, pega o imperfección para volver a quirófano y esto les convierte en personas inseguras e infelices. Además, modifican tanto su cuerpo que acaban quedando desfigurados.
Otro de los problemas es que no hay una ley que impida que la gente se someta a cirugías estéticas de forma consecutiva. La cirugía plástica se rige por el mismo código deontológico que las demás especialidades médicas y quirúrgicas. El cirujano debe asegurarse de que el paciente no presente problemas psicológicos preocupantes, y de que se opera por decisión personal, no por presiones o por satisfacer a terceras personas.
Se debe aconsejar al paciente y guiarle hacia la mejor opción siempre. No se tiene que operar por operar ya que no todo vale en esta profesión. Antes de intervenir deben consultar a un psicólogo si fuera preciso.